PARA ESE AMIGO QUE YA NO ESTÁ AQUÍ PERO QUE NUNCA OLVIDARÉ

Te fuiste y no era algo que esperaba o tan siquiera me imaginaba, fue un golpe duro y sorpresivo que no quiero recordar más de la cuenta. Eras mi amigo y como tal nunca me dejaste sólo, no me abandonaste cuando más te necesité y nunca me juzgaste por mis acciones o por mis palabras.

Los amigos son la familia que escogemos y tú eras mi familia, mi apoyo incondicional, mi soporte y eras esa persona a la que le podía contar lo que sea y cuando fuera.

Te fuiste y ahora más que nunca me doy cuenta que de verdad fuiste mi amigo, fuiste una persona genuina y fiel que no abandonó el barco hundido ni entraste a mi vida de manera pasajera. No fuiste un simple viajante sino más bien un amigo que se quedó en las buenas y en las malas.

Ahora ya no estás aquí pero de cierta manera sí lo estás porque te recuerdo y te recordaré por siempre. Recordaré lo que hicimos, las salidas inesperadas y los ratos que no parábamos de reírnos.

Me quedé sin un gran amigo, me duele que sea así pero estoy consciente de que cuando estuviste conmigo te devolví un poco de la gran amistad que tú me ofreciste. Traté de parecerme un poco a ti, a tu nobleza y sinceridad. Peleábamos como todos los amigos lo hacen pero no hubo una sola pelea que nos lograra separar del todo.

Puedo decir con total certeza que no habrá alguien más como tú, no llegaré a tener o a encontrar un amigo como tú por el simple hecho de que fuiste único y que la amistad que nos unió nunca morirá.

No me queda más que agradecerte por ser una persona que dejó una gran huella en mí, por ser un ángel y porque sé que desde arriba me estarás cuidando.

Gracias mi amigo, gracias por ser como un hermano para mí y no es hora de despedirnos, no señor, esto no es un adiós es un hasta pronto.